En una NBA marcada en los últimos años por el dominio del triple y el ritmo vertiginoso, los actuales playoffs están devolviendo protagonismo a una faceta clásica: la defensa. Equipos como los Boston Celtics, Miami Heat o los Minnesota Timberwolves están demostrando que la intensidad defensiva, el contacto físico y el control del ritmo pueden ser igual de decisivos que una racha de lanzamientos de larga distancia. Este cambio de enfoque ha despertado el entusiasmo de los aficionados más veteranos, que ven en esta tendencia un retorno a las raíces del baloncesto. En este contexto, la nostalgia también se refleja en las gradas, donde reaparecen las camisetas de baloncesto de leyendas de décadas pasadas, en homenaje a una época en la que defender era una cuestión de orgullo.
La estadística refleja esta transformación: los promedios anotadores han bajado, los porcentajes de tiro son más bajos, y los partidos se definen por detalles tácticos y esfuerzo físico más que por aciertos en el perímetro. El cambio también ha implicado ajustes de los entrenadores, quienes priorizan esquemas cerrados, rotaciones defensivas rápidas y cuerpos grandes que incomoden a los tiradores rivales.
Este estilo de juego tiene implicaciones importantes para los jugadores jóvenes, que deben adaptarse rápidamente al rigor físico de los playoffs. La experiencia, la inteligencia táctica y la capacidad de leer las jugadas son ahora más valoradas que nunca. Incluso estrellas ofensivas como Luka Dončić o Jayson Tatum han tenido que elevar su nivel defensivo para no ser un lastre en un entorno donde cada posesión cuenta.
El regreso de la defensa también ha renovado el interés por perfiles que estaban siendo marginados. Jugadores como Jrue Holiday, OG Anunoby o Brook Lopez, especialistas defensivos en sus equipos, ahora reciben reconocimiento por su impacto en el éxito colectivo. Ya no se trata solo de anotar 30 puntos por noche, sino de hacer todo lo necesario para cerrar los caminos hacia el aro.
Los playoffs de este año no solo están ofreciendo espectáculo, sino también una lección: el baloncesto sigue siendo un deporte de equilibrio. Y aunque las modas ofensivas van y vienen, la defensa —la buena defensa— siempre encuentra el camino de regreso.